miércoles, 1 de febrero de 2012

Caperucita detective

Sara era una niña de 10 años que soñaba con viajar. Soñaba con salir de América, su País. Su abuela vivía en parís, una Ciudad bonita y romántica. Ella y su abuela se solían escribir, lo hacían a través de cartas (cuando la noticia no era importante) o por Internet (cuando corría prisa por comunicarse). Cada verano la abuela de  Sara los iba visitar a Manhattan, les llevaba una tarta de melocotón y otra de fresa (ya que era pastelera). A Sara la de melocotón no le gustaba, en cambio la de fresa le encantaba, especialmente la de su abuela. En navidad, Sara y sus padres iban a París. Solían pasear por la ciudad un rato y después pasarse el día en atracciones y sitios para niños, cosa que a Sara le aburría muchísimo. El sueño de Sara era estar sola en Paris, sin sus padres, y también ser pastelera, una gran pastelera con una pastelería con el nombre de su abuela, Elisabeth y hacerle la mejor tarta de fresa del mundo a su abuela.
Sara era muy cabezota, así que izo lo que quería, ir sola por París. En navidad, un día soleado decidió escaparse de casa de su abuela. Le dejó una nota a su madre que decía; “mama, no te preocupes, llegare antes de que acabe el día, no te enfades, aunque sé que lo harás, en fin, perdón. Te quiero”. Cogió las llaves que habían encima de la mesa del recibidor, un poco de dinero por si acaso y se fue.
Paseó por todo París, en autobús, bicicleta, tren… Fue a todos los museos a los que quería ir. Compró pasteles y pastas. Mas tarde, al medio día, Sara conoció al pie de la torre Eiffel a Mr.Boquins, un joven y apuesto guía turístico.
- Te has perdido niña? – le preguntó Boquins a Sara.
- No, estoy viviendo mi sueño.
Sara le explico a  Mr.Boquins su sueño, también le contó que tenia un poco de miedo porque solo tenia diez años, así que el se ofreció a acompañarla.
Viajaron por todas partes con el coche de Toni (el señor Boquins). Mr.Boquins era Ingles, de Londres, tenia 28 años y era hijo único. Al cavo de un rato, Sara se dio cuanta de que les seguían, se asustaron mucho, pero Sara, mas que asustada estaba confusa, ¿Por qué Toni reaccionaba como si escapara? ¿Porque no dar la cara y preguntar que pasaba?
Pararon y el coche que les seguía también lo izo, aparcó y se dirigió hacia ellos.
- Quiero los papeles, a las cinco en la torre Eiffel.- era un hombre francés, se notaba por el acento. Iba vestido de negro, con zapatos marrón oscuro y un gorro también marrón.
- Soy detective privado, me han amenazado con matar a toda mi familia, así que tengo que conseguir unos papeles, si los consigo me dejaran en paz. Si no los consigo, irán a casa del abogado y lo amenazaran. – explicó Toni cuando el francés se fue.
- Tranquilo yo te ayudaré. ¿Cómo se llama el abogado?
- Es una mujer; Elisabeth Allen.
- Pero si es… ¡mi abuela!
Fueron a casa de la abuela pero no había nadie. Todo el barrio estaba repleto de carteles de “se busca” con una foto de Sara. Sara volvió a subir a casa de su abuela, y con las llaves que había cogido antes de salir abrió la puerta y cogió una capa roja del armario de su abuela, fue lo primero que encontró.
- Es para que no me reconozcan por la calle, si me ven todos me querrán llevar con mi madre o a la policía, y tenemos que buscar a mi abuela. – aclaró al ver la cara extrañada de Toni.
Ahora les seguía otro hombre, corrían tanto como podían pero nunca lograban sacárselo de encima.
Finalmente, unos minutos antes de las cinco, vieron a Elisabeth por la calle. Se lo explicaron todo y todos ellos fueron a casa a buscar los papeles. A las cinco,  Toni se presentó en la torre Eiffel con los papeles, cunado iba a entregárselos al francés aparecieron dos policías que detuvieron al francés.
- Buen plan Sara, gracias a ti, tu familia y la mía están a salvo, y… creo que yo también te voy a hacer un favor – dijo Toni ofreciendo una tarta de fresa a Sara – La mejor de París, la de tu abuela, no ay otra mejor.
- Gracias, pero ahora tengo otro sueño, ¡ser detective!